Abortemos el sufrimiento, no mastiquemos más pobreza comiendo patrióticas ilusiones, ya que el espíritu de la nueva época no permite más ahogos entre palabrones.
Un espacio nuevo debe aperturarse para la hora del ser trascendental, nadie nació ni ha nacido para ser el Salvador.
El hombre debe hallar su aristocrática zoología en la profundidad de la evolución y no de la revolución.
