En estos últimos meses, no es de extrañarse que la Asamblea Nacional en vez de ser un lugar donde deben debatirse temas relevantes para mejorar la vida de los ecuatorianos y que el Estado funcione de manera óptima aprobando nuevas leyes, sea el centro de corrupción y escándalos a diario.
Escogimos nuevos asambleístas en las últimas elecciones y salvamos solo a algunos elegidos, el resto deja mucho que desear en su actuar.
Como ejemplo, tomaremos el último caso de un asesor de un asambleísta de Pachakutik que pensó que la Asamblea era agencia de empleos y habría estado negociando cargos públicos a cambio de dinero, pero como la política parece ser “el negocio del más vivo”, aparentemente, ya salió hablando el asambleísta diciendo “que no sabía nada”, mientras otro asambleísta ha tenido contratos millonarios con el Estado, también la Presidenta de la Asamblea quiso comprar autos nuevos mediante otro contrato de miles de dólares, mientras otros legisladores fueron expulsados de sus partidos por negociados.
Al parecer, muchos políticos piensan que el pueblo es tonto, que no se da cuenta de lo que hacen los elegidos en el Poder.
Los ciudadanos merecen respeto de parte de las autoridades, nunca deben olvidarse que están ocupando ese cargo porque el pueblo los eligió, y deben escoger muy bien con quienes trabajan.

El pueblo está harto de tanta politiquería, de escuchar a diario tanto de corrupción, y de ver tanta impunidad.
El país no va a cambiar nunca si se sigue viendo a la política como un negocio lucrativo y no como la oportunidad para servir.
Andrea Celeste León, corresponsal en Pichincha