En la Ciudad de Guayaquil, en Aguirre 1724 y José Mascote, encontramos el tradicional taller “Súper Balones Chóez”, de propiedad de Luis Chóez Obando de 76 años, nacido en esta ciudad, quien confecciona manualmente los balones de indoor.
Y es ahí, donde lo encontramos laborando en su taller, ya que además de confeccionarlos también repara balones de fútbol, básquet, voleibol, sean estos nacionales o importados. Su trabajo es completamente garantizado.
Las herramientas de trabajo siguen siendo:
- Un punzón para abrir los orificios por donde pasará la piola de nailon.
- La mordaza, que es una pieza de madera sobre la que apoyan las demás piezas que se van cosiendo.
- Anteriormente, se cosían los balones con piola de algodón, luego paso al cáñamo y en la actualidad se usa piola de nailon.
Este oficio lo heredó desde niño, por parte de su padre Luis Chóez López, quien primeramente trabajaba en una talabartería de la Calle Villamil, sitio conocido hoy como La Bahía. En ese taller, se elaboraban monturas para caballos, fundas para machetes y revólveres, maletas de cuero, etc. Después se comenzaron a reparar los primeros balones de fútbol, confeccionados completamente de cuero.
“A la edad de 10 años, ya jugaba con las de trapo, esas pelotas que se hacían utilizando un par de medias viejas, las que eran rellenadas con papel, trapos o aserrín”, rememora Chóez.
Luis Chóez López, al observar los balones grandes, se le vino la idea de comenzar a fabricar balones más pequeños que pasarían a llamarse balones de indoor fútbol; esto a inicios de los años cincuenta.
Las primeras pelotas de indoor fueron de cuero con relleno de lana de ceibo. También se solía utilizar algodón y papel. Otros, la llenaban con aserrín pero cuando llovía absorbía el agua y la pelota era más pesaba y dura como una piedra. En la actualidad, se utiliza material sintético y se los rellena con caucho picado.
Chóez recuerda que su padre vendía una pelota a cuatro sucres y la más cara a seis. Actualmente, las que él confecciona cuestan doce dólares. También vende balones para fútbol sala.
Los balones de índoor eran vendidos en las casas deportivas El Prado, Soria y Spencer. Llegándose a confeccionar de cuatro a cinco docenas a la semana.

Conversando con Luis, cuenta que…“la venta de balones de indoor ha decaído, solo la gente mayor recuerda nuestro taller, porque los Chóez hemos sido reconocidos en esta labor artesanal”.
Sus clientes eran dirigentes deportivos, futbolistas, y peloteros barriales, ya que antes se jugaba en casi todas las calles de Guayaquil y en numerosas ligas como la Jiménez Buendía, Félix calle, River Oeste, entre otras encargadas de organizar campeonatos.
Chóez considera, que el indoor como tradición callejera no debe desaparecer. A su mente vienen viejos recuerdos del desaparecido Estadio Ramón Unamuno, y de haber jugado fútbol en su juventud, defendiendo los colores del audaz argentino.
Alfredo Rodríguez – Corresponsal en Guayaquil, parroquia Ximena.