No me regales la última palabra, ni pretendas conducirme por tus caminos de gloria, te digo a ti; Señor Pastor o Señor político, ya que a punta de amenazas o de promesas divinas igual me iré inestable y lleno de zozobras, al infierno.

Usted, Señor pastor o Señor político, no entiende que soy un ser humano que apunta hacia la tolerancia y el respeto y a la utopía de la reconciliación humana con el individuo y su colectivo social.
Los totalitarismos religiosos o políticos buscan un gobierno despótico sobre los hombres, además; desean un sistema en que los hombres lleguen a ser superfluos.
Decía la alemana Hannah Arendt: “La caridad vacuna a la gente… En contra de la libertad, nos enseñan a pedir dádivas a Dios o al Estado”.