
Que la Patria destrabe la estupidez que nos gobierna, que desaparezcan los infantilismos que rigen incapaces de hacer, a través del trabajo, algo más grande para este pueblo que se está muriendo de hambre.
Nuestra memoria, afiebrada, vive sobrevalorada, siempre confundidos en el idioma de la idolatría, donde la pretensión del Poder Popular siempre se ha resumido en impotencia.
Pido disculpas una y otra vez, por esta descripción socio – política, pero aquí yacemos frente a una Patria que se desmadra, y en masa, lo único que se ha hecho es rejuntarse a la sombra de un “redentor” que ofrece cobijo, más traiciona por profesión.
Falta una Patria con cerebro grande y con un corazón con una mínima moral, para construir una sólida Nación, donde no brille el plagio ni la demagogia, sino el esfuerzo para encontrar cada pedazo de pan.
En nombre de nuestros hijos y nietos, envío esta carta abierta; en busca de unas soluciones para que juntos, “los ciudadanos”, indistintos de la tendencia filosófica o política; construyamos una mínima moral. Para ello, hay que derrotar la charlatanería que corrompe el Biorritmo Nacional, para adentrarnos multidimensionalmente y de forma apropiada en la “cósmica evolución”.
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