
El daño causado por el terrorismo del Correato; verbal, mediático, y físico, es abundante e inconsecuente; tanto en materia física como espiritual, como quedó demostrado en las marchas de octubre 2019, y en esta pandemia del 2020.
Cita en su Obra “21 lecciones para el Siglo XXI”, Yuval Noah Harari:
“Que en la edad media la esfera pública rebosaba de violencia política, de hecho, la capacidad de usar la violencia, era el pasaje de entrada al juego político, y cuando carecía de esa capacidad no tenían voz política, por ello, numerosas familias nobles poseían fuerzas armadas”.
En nuestro país estamos viviendo el Siglo XXI, con ideas de violencia de la Edad Media. Un Correísmo que ha aplicado todo tipo de violencia psíquica, física, y económica, a los ecuatorianos. Recuerden, que hasta fabricaron armas, actuando de tal modo, como que si en la política solo pueden estar los violentos.
El Correato, no entiende cuál es la función contemporánea del Estado Democrático, que debe existir garantizando el principio de no violencia sociopolítica y económica, y que el Poder, debe ser traspasado a través del ejercicio de la votación de un grupo político hacia otro; sin violencia, sin dictadura, ni Gobiernos civiles de transición.
En una verdadera sociedad democrática, la No Violencia, es un Derecho y un Deber, que debe quedar naturalizado para el desarrollo humano de cada ciudadano.
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