El Año Nuevo se celebra el 1 de enero de cada año en Ecuador, el mismo que corresponde a un día festivo. Es una fecha que representa el fin de un ciclo de tiempo y el comienzo de uno nuevo cargado de expectativas, buenos deseos y la esperanza de que todo saldrá mejor. Las festividades entorno a la fecha comienzan en la víspera, es decir, el 31 de diciembre y se extienden hasta la madrugada del 1 de enero.
La víspera del fin de año es el momento donde nos despedimos de todo lo que hicimos y le damos la bienvenida con brazos abiertos, al cual recibimos no sin antes pasar por un proceso de cábalas y tradiciones.
Una de las más famosas cábalas, es comer 12 uvas o cerezas en la noche de fin de año, representando un deseo que quieres pedir, una por cada mes. También, no debe sorprender ver a más de una persona dándole la vuelta a la cuadra llevando una maleta de viaje, pues se cree que al realizar esto atraerá viajes.
Muchos ecuatorianos hacen el ritual de las velas de distintos colores en el que cada color representa un propósito para este año. Una vela amarilla atraerá abundancia económica, una vela azul es paz, y una vela roja para que el amor llegue.
Por muy extraño que parezca, otra cábala es sostener billetes en la mano e incluso colocarlos en los zapatos con el fin de crecer económicamente.
Otra tradición, es la exhibición de monigotes gigantes que decoran las calles de la ciudad y se convierten en atracción turística de la época, muchas personas para tomarse una foto con esos Años Viejos.

La quema del monigote es una de las tradiciones más representativas del fin de año, inicia con la elección del monigote o “año viejo” ideal, el que representa todo lo malo que quieres dejar y recibir todo lo bueno que trae el año, minutos antes de la media noche se coloca el monigote en un espacio amplio y se lo rellena de camaretas, tortas, chispeadores y se vuelve una gran fogata llena de sonidos que revientan y luces que llenan la noche de colores.
Después viene la cena de fin de año, donde se usan las mejores galas, y se pasa una noche llena de risas, anécdotas en familia, y música, sentados disfrutando del banquete exquisito, preparado con ese toque de sabor que se hace tan familiar, y hace que sean estos los momentos inolvidables.
Alfredo Rodríguez, corresponsal en Guayaquil.