El Pueblo; por historia, tradición y vivencias, siempre ha sido engañado, ultrajado, estafado, humillado, traicionado, y demás formas en las que pueda ser aprovechada su ingenuidad y esperanza, pero este siempre aguanta.
Durante el confinamiento, el consumo de todos los servicios básicos se incrementó, lo que era de esperarse, ya que en su mayoría; las familias estaban en casa las 24 horas del día. El porcentaje de consumo, en miles de familias, llegó al 100%, y en algunos casos fue mucho más alto.
A quienes pagaban 25 dólares mensuales por servicio eléctrico, les llegaron planillas de 50 dólares. Hay casos donde la empresa eléctrica les pasó planillas de hasta 200 dólares. Al terminar el confinamiento, se esperaba que la “planilla de la luz” vuelva al valor de siempre, pero esto no sucedió, sino que el Estado ecuatoriano, a través de la empresa eléctrica, mantuvo los valores elevados.
El Estado, como responsable del bienestar y cuidado de sus ciudadanos, jamás tomó acciones para cumplir con su obligación constitucional. En su irresponsabilidad dejó que las instituciones públicas hicieran con el dolor del pueblo “su agosto”, las deudas por los servicios básicos son astronómicas, y para muchos; impagables.

Fue una viveza criolla la reprogramación de estas deudas, una suerte de anestesia para calmar el dolor de miles de consumidores, porque la “Operación Planillaje” no la pretendían detener. Las empresas de servicios básicos mantienen una política indolente. Cuando alguien realiza un reclamo, la condición ineludible para atenderlo es “pague primero”.
Esperemos que “El Gobierno del Encuentro” enmiende estas políticas abusivas con que se manejan las empresas de servicios básicos, que fueron implementadas en gobiernos anteriores.
Lauro Salas – Corresponsal en Imbabura.