Las grandes empresas de comercio ofrecen un servicio muy bueno en la venta de alimentos. La cadena de frío se mantiene, los precios son bajos, y ofrecen diferentes calidades de los productos.
La “Despensa de barrio” se adaptó a los tiempos modernos, con el paso del tiempo el mostrador de madera lo cambió por el congelador horizontal con frente de vidrio, la balanza manual por la electrónica, hay quienes ofrecen servicio a domicilio, esto le permitió mantenerse, pero en la actualidad tiene un gran reto, y por lo que se ve, lo está enfrentando con éxito.
Las grandes empresas de comercio de alimentos hace unos pocos años sacaron una versión pequeña de sus enormes almacenes, con esta estrategia llegaron a los barrios, y en este último año aparecieron versiones más pequeñas todavía.
Por lo general, estas versiones pequeñas ofrecen productos de marcas nuevas con presentación similar a las marcas conocidas, o con el nombre de la casa matriz. He preguntado a varias personas sobre estos productos y muchos prefieren las marcas clásicas.
La competencia entre estos dos modelos de venta de productos de consumo masivo es buena porque gana el consumidor.
Es importante que las Autoridades controlen la calidad de las marcas nuevas, también la fecha de caducidad. Deben evitar que unas pocas empresas tengan demasiado poder al controlar el acceso a los alimentos de la mayoría de la población. Se las debería obligar a que comercialicen variedad de marcas porque la “libre competencia” muchas veces se la ha utilizado para consolidar monopolios.
La “Despensa de barrio” cuenta con dos fortalezas que nunca podrán ofrecer las grandes empresas: “La conversación del tendero con el cliente mientras se sirve una gaseosa con un emparedado de queso y mortadela. Y el cuaderno del fio”.
Aunque a muchas personas les parezca poca cosa. La tarjeta de crédito no desplazará al cuaderno del tendero. Y el trato cotidiano crea un vínculo del cliente con el tendero que nunca existirá con el administrador de la gran empresa de comercio.
Estas fortalezas deberían ser trabajadas para que la Despensa no sucumba ante el gran capital; y lo más importante, porque solo así, evitando que desaparezca la competencia, las grandes empresas mantendrán la calidad alta y los precios bajos.