El Ecuador requiere de un proyecto social de largo plazo, empeñandonos en cambiar nuestros viejos y feudales códigos de conducta, para que el interés individual camine entre las accisas del bien común.
El predominio de las libertades individuales debe ser acogido y promovido por el Estado, pero no tutelado. No podemos seguir viviendo como la Derecha Feudal o la Izquierda Centralista, que quieren conservar la tradición feudo-estatista, sino que debemos tener valor de agregar creatividad para evolucionar y no para reencaucharnos permanentemente.
Guayaquil debe repensarse como Región dentro del país, tanto en el plano nacional como en el global, por eso no podemos reducir “todo” al valor del crecimiento económico expresado en forma monetaria, sino en el valor intangible que podemos agregar a nuestra región. Dicho de mejor modo, no nos podemos replegar a ser una vulgar máquina de producción, sino concretar nuevas formas para ser capaces de entender, crear, y explicar la gramática de la acción, y eso depende de cómo nosotros entendamos lo público y lo privado.
Esto es cuestión de formación del pensamiento regional, así como los quiteños justifican su motricidad y gramática-burocrática, a través vez de su institucionalidad, las otras regiones del país, las denominadas periféricas, tenemos que desarrollar una gramática y filosofía que plasme la forma particular de colaborar nuestra genética regional para el crecimiento de la sociedad.