Los fraudes en las elecciones, con el desarrollo de la tecnológica digital que vive el planeta, no se hacen en el conteo de votos, ni en las actas, tampoco en el transporte y custodia de urnas. Se consuman a nivel del sistema informático electoral y subsistemas como el SIER (Sistema Informático de Escrutinios y Resultados) en los procesos electorales ecuatorianos, que no han tenido una auditoría que garantice su fiabilidad y confianza.
Además, la LOECD, no prevé un reconteo total de votos, solo se puede realizar en las actas impugnadas y no en la totalidad de los votos. Este limitante, al igual que el sistema electoral de votos válidos, es de autoría Correista (fiel copia del Chavista) y está presente en la normativa electoral de los países SSXXI y en otros que aparentemente cambiaron, pero ha continuado, sin embargo de lo anterior, el control electoral debe tener tres vías, todas importantes y no excluyentes:
La primera, a nivel de recintos y Juntas Receptoras del Voto (JRV o mesas), desde el inicio de la elección hasta que se tenga copia o fotografía del acta oficial de escrutinio de cada JRV.
La segunda, en la transmisión digital de los datos de cada acta al sistema informático.
La tercera, es fundamental, que el CNE autorice a través de una resolución el ingreso con opción de vista de usuarios al escrutinio, en tiempo real, que realiza el SIER, que permita emitir “warning” en tiempo real, ante cualquier duda u observación por parte de dos o tres delegados de los candidatos, que deberán laborar hasta la finalización del escrutinio.
Sin controles en tiempo real del escrutinio a nivel del sistema informático, el riesgo de mañoserías y manipulación de datos siempre será alto en el sistema informático electoral “correista”, por ejemplo en las elecciones presidenciales del 19 de febrero de 2017, cuando pretendieron consumar que no haya segunda vuelta, y el más descarado con apagón informático, que se dio el 2 de abril de 2017.
El círculo de un control electoral efectivo se circunscribe a estas tres vías, bajo la coordinación de profesionales con conocimientos del proceso electoral y seguridad informática, especialmente de software de aplicación para escrutinios, como es el SIER del CNE.