
En el Siglo XIV, la peste eliminó, no menos de la cuarta parte de la población Europea, y el Medioevo, entró en una fase de hedonismo, donde la gente consumía todo, consumiéndose así mismo; ya que pensaba que el mundo se iba a acabar.
Mucha gente cree que ha llegado el fin del Capitalismo y de la Globalización, pero debo acotar que: no es ni el fin de la Humanidad, ni de la Globalización, ni del Capitalismo; sino el ingreso a una fase de su propia reinvención.
La Globalización es connatural al hombre, nuestros genes se globalizaron desde que fuimos a buscar el pan fuera de la caverna, así le dimos origen a nuestro espíritu explorador y nómada.
Tampoco es el fin del capital, ni de la explotación a la naturaleza, ya que el capital es la mejor prótesis inventada por el hombre, para darle sentido creativo a sus quehaceres, proveyendo recursos materiales e inmateriales, a lo que llamamos “capital”, para que el hombre logre crear de acuerdo a su voluntad. Por lo tanto, no es el fin del Capitalismo, ya que nadie ha propuesto algo funcionalmente superior.
Lo que sí veremos, es una reinvención en el corto plazo de una supra legalidad planetaria, que aborde los problemas ecológicos y de bienestar social, creando un nuevo orden, a partir de las necesidades de fortalecer con ahínco el bienestar general del ser humano en los campos de la salud, la educación y el cuidado de la naturaleza; enmarcados en unas nuevas formas de abordar lo referente a la dignidad humana, entre otros factores socioeconómicos.
El Capitalismo, la Globalización, no van a morir; se rediseñarán, como lo han hecho desde milenios atrás. Seguramente, pronto, en términos de temporalidad cuántica, las transnacionales venderán hamburguesas en sucursales interespaciales.
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