El crack del fútbol, Diego Armando Maradona, falleció antier, contaba con 60 años de edad, desde muy pequeño dedicaba muchas horas a ensayar con el balón, esto le impidió que termine la secundaria.
En una ocasión aseguró: “Crecí en un barrio privado de Buenos Aires… Sí, privado de agua, de luz, de teléfono”.
Tan grande es la admiración que generó, que un grupo de fanáticos argentinos creó la Iglesia Maradoniana el 30 de octubre de 1998 en la ciudad de Rosario.
Su pasión por el fútbol lo hacía entregar todo en la cancha, era un líder nato en el equipo que participaba.

Su vida profesional fue de éxito total, no así su vida personal, ya que padecía de la enfermedad conocida como “drogadicción”.
El fanatismo por “El Pelusa”, al igual que por otros personajes populares, es prueba de que la sociedad humana no logra evolucionar en sus emociones, y esto es lo que nos convierte en seres peligrosos para nosotros mismos.
Un humano armado con una lanza solo representa peligro para pocas personas, pero cuando de la voluntad de unas pocas personas depende arrojar una bomba atómica puede apagarse la vida de decenas de miles de congéneres en pocos minutos.
El gran nivel de desarrollo tecnológico del humano, unido al nivel emocional de la mayoría de la sociedad, es casi idéntico a cuando vivíamos en las cavernas, esto nos convierte en la especie más peligrosa del Universo.
En estos días, una empresa privada avanza en su intento de llegar al planeta Marte. Sobre esto, un hipotético observador de otra galaxia, seguro que comentará: “Los humanos se preparan para destruir otro planeta, no se conforman con destruir las selvas, los océanos, los glaciares, los ríos del que alguna vez su hermoso Planeta Azul”.
Es increíble de creer, pero millones de personas que usan teléfonos inteligentes, autos computarizados, computadoras, “cada vez más pequeñas pero más potentes y rápidas”, sienten admiración enfermiza o fanatismo por otras personas con sus mismas limitaciones emocionales.
Diego Maradona es admirado porque millones de personas quieren ser como él, quieren ser millonarios, quieren ser admirados, quieren hacer algo indebido y que lo aplaudan, por ejemplo un gol con la mano.
La sociedad humana no es decadente porque emocionalmente nunca salimos de la Edad de Piedra, y para ser decadente es necesario que algún tiempo haya sido mejor.