El Poeta y el Francotirador intelectual
que hay en mí, se desvela.
Bebo, siembro y navego
entre las aguas de los ríos y esteros
de nuestro Golfo de Guayaquil.
Más el Poeta y Francotirador que hay en mí,
se desvela, al saber que la poesía es inmortal,
pero si estos ríos y esteros mueren
solo quedará una ciega luz ajena a lo humano.
El Poeta que ama sus barranos dauleños
mira cómo la alegría biótica muere
o huye espantada,
porque la piel de la avaricia pospone
la sanación integral y amorosa
de nuestra cuenca litoralense.
Hay plata para subterráneos,
Aeropuertos intercontinentales, y otras cosas,
pero a ratos pienso que los tecnócratas y empresarios
ignoran que no hay vida sin agua;
por ello, el Poeta y el Francotirador
política y socialmente los escupe por su indolencia culposa.