Con asombro y estupor, en estos días, las fuentes informativas han permitido que toda la sociedad sea testigo inescrupulosa del acto inhumano y reprochable del exterminio de seres humanos por medio de la mutilación, decapitación, o incineración. Estas escenas aminoran el espíritu grande del hombre. No deberíamos seguir permitiendo que este tipo de situaciones se estén dando en nuestra bella nación bicentenaria.
¿Cómo se convirtió nuestro país en un escenario propicio para el horror y el temor?

Los altos grados de corrupción, injusticias, discriminaciones, vicios, envidias, rencores, egoísmos, etc. son causantes de esta desgracia; pero, no se debe olvidar que la causa elemental es la “falta de Dios”, porque cuando Dios le falta al hombre se pierde la luz que ilumina el camino de la dicha y de la felicidad.
Por ello, es conveniente realizar una metamorfosis interior; ya que, si nos mantenemos en esta misma perspectiva, siendo inmutables e indolentes con el sufrimiento de los demás, terminaremos siendo parte de la destrucción de la humanidad.
No se debería consentir que hechos abominables, como los reseñados, lleven al limbo lo que fue un día paz y amor entre todos los hermanos ecuatorianos que buscaron la libertad. No debería detenerse la lucha diaria para formar a hombres y mujeres de bien. Cada quien debería hacerlo desde su respectivo espacio: hogares, escuelas, colegios, universidades, comercios, política.
Cada ecuatoriano debería ser forjador de un mañana diferente, de un mañana prometedor y pacífico, porque si no formamos una nueva conciencia de compromiso y corresponsabilidad entre los unos y los otros, terminaremos siendo exterminados; no físicamente, sino moral y espiritualmente.
Las autoridades, en todos los niveles y espacios, ya deben asumir su responsabilidad y tomar la iniciativa para lograr el cambio que permita volver al Ecuador a ser un país de justicia y equidad. Las autoridades judiciales y la fiscalía deben realizar las investigaciones necesarias para determinar a los causantes de las masacres en las cárceles del país y aplicar las acciones punitivas que la ley determina.
Jaime Lima Pinos – Corresponsal en Cañar.