Nuestra parte orgánica es de tres dimensiones, al igual que el entorno donde realizamos las actividades diarias, pero estas actividades se desarrollan en cuatro dimensiones, porque el tiempo es otra dimensión.
Esto lo sabemos desde siempre, pero muchas veces no lo notamos, con el siguiente ejemplo personal lo aclaro; cuando me llaman para realizar un trabajo de electricidad el cliente me da la dirección donde será ejecutado el trabajo y la fecha y hora en que desea ser atendido; con la dirección se establece el punto geográfico de tres coordenadas o dimensiones donde debo ir, y la fecha y hora es la cuarta coordenada o dimensión, todas las dimensiones son necesarias para que yo pueda ir a realizar el trabajo requerido.
El conocimiento que adquirimos es de constante evolución, inclusive, así no seamos afectos al estudio, por las experiencias vividas crece continuamente, la acumulación de nuevo conocimiento hace que cada día seamos personas diferentes a la del día anterior.
Nuestra parte orgánica está en constante renovación; por los alimentos, al aire y el agua que procesamos a diario, continuamente renovamos cabello, piel, uñas, lo mismo pasa con las células de los órganos, por lo tanto, el cuerpo que usamos en este momento no será el mismo que usemos el año próximo.
El ADN es el responsable de que nuestro cuerpo se renueve con características similares, y también determina algunas variaciones que tenemos con la edad, como el color del cabello, el tamaño de los huesos y músculos, o la tersura de la piel.

Al tener un cuerpo en constante renovación, resulta que el tiempo es una dimensión intrínseca o esencial en las personas, esto lleva a concluir que los humanos somos seres de cuatro dimensiones, y que su vida se desarrolla en cuatro dimensiones.
Nicolás Brito Grandes – Corresponsal en Guayaquil