Muy pocos hacen eco de que el lenguaje ecuatoriano ha apagado o menguado su capacidad evolutiva para lograr nuevas formas de evolucionar “lingüísticamente”.
La tradición lingüística ecuatoriana es soberbiamente involutiva, la baja exigencia académica ha hecho de forma imperceptible que el lenguaje no se estilice, haciendo que nuestra forma de comunicarnos sea pobre, pareciera que los políticos con el ánimo de simplificar a un pueblo (que consideran tonto e ignorante) generan una fenomenología de tal pobreza lingüística que se vuelve muy difícil crecer; social, política y científicamente con ese nivel de pobreza.
Tenemos que manejar una lingüística más potente, inclusive en lo coloquial y en proceso de involución, ya que este proceso es agudo, y los ecuatorianos no leemos, no debatimos, peor aún formulamos nuestras propias teorías.