La presión social se la ejerce dentro de la política y es creada a través de un “lobby”.
¿Y es que para hacer política se necesita un lobby?
Pues si y no, hacer lobby no es malo, aun cuando todos lo ven mal.
Se define como un colectivo de personas, con intereses comunes y acciones orientadas a mediatizar o influir en la ciudadanía y luego en el gobierno, para promover decisiones favorables por la causa social que se lucha.
El camino se transcurre por medios de comunicación, plataformas, influencers, fundaciones, y todo lo que sume para manejar la información y la lucha de la causa política, pero el lobby político no nació ni en la ciudadanía, ni en los políticos, ni en los partidos políticos, sino que nace en las ONG’s, en las asociaciones civiles, en los colegios profesionales, en las transnacionales, en los grupos empresariales, y oligopolios, que vieron la necesidad de influir en los gobiernos para obtener sus conquistas.
Y volvemos al inicio, ¿qué negocia un lobby? …. Negocia información, conocimiento, y con ello donaciones o negocios, todo dentro del mejor sentido de la palabra.

Hay dos tipos de lobby, los creados por el sistema político y los ajenos al sistema político, el uno; permite a través de los medios de comunicación tener influencia para obtener poder de negociación, y el otro; a través de la representación social o la lucha social llegar a tener representación en el sistema político con demandas que luego se convertirán en leyes.
El político querrá un beneficio, y la organización -no política- muchas veces está dispuesta a ceder al pedido del político. Una pregunta seria es: ¿Cómo debe procederse con los lobby’s?
En política existe la magia del olvido, y es conocido; “que el candidato fue, ofreció, se olvidó y no cumplió”, y eso pasa porque la ciudadanía no tiene lobby que le recuerde al político su oferta.
Giovanni Reyes – Corresponsal en Guayaquil, Parroquia Tarqui.