Allá en el siglo XX nuestros abuelos se reunían a conversar de la problemática de nuestra sociedad, cuenta mi padre que estas reuniones terminaban en juegos de naipes o algún “festival de la comida criolla” con el objetivo de recaudar fondos para solucionar algún problema del barrio.
Lo descrito hoy es historia, la comunicación es mediática, rápida y eficiente, en pocas horas el gatito o la mascota encuentra un hogar, consigue la medicina escasa, o se abre algún GoFundMe, y la reunión vía zoom.
Hoy en día, cada ciudadano está enlazado a diferentes redes sociales, y se comunica de manera individual o colectiva. Reenvía lo que le parezca gracioso, relevante, comparte algún tema de interés propio, particular o social, en sus diferentes grupos y redes volviendo al meme y a su comunicación en actividad real, efectiva, y multiplicadora. Muchas veces sin darnos cuenta se viraliza un mensaje que cuantificarlo es imposible.
Los comités barriales se construyeron para conocerse, pero sobre todo; para canalizar un mensaje, era impensable hacer política sin comités barriales. Pero hoy la comunicación se canaliza a través de las “redes sociales” mediante un algoritmo -que tal vez nos conoce mejor a nosotros que nosotros mismos-.
Hoy los ciudadanos no reciben órdenes de un caudillo, sino que se convierten en proponentes de causas y objetivos con capacidad y poder de convocatoria, levantando liderazgos múltiples, y con la capacidad de dar mensajes contundentes para “ayudar a gobernar”.
¿Gobernar es un arte, o lo era? Esta es la cuestión.
Los gobernantes resolvían los problemas conversando y ordenando con el líder del sindicato, del partido o del comité, esto hasta los primeros años del siglo XXI. Hoy los diferentes liderazgos hacen imposible o vuelven caótico la tarea de gobernar para todos, todas y todes. Las pretensiones de los mandantes son infinitas. No alcanzarían los fondos para satisfacer a toda la ciudadanía. Las nuevas formar de asociación y de hacer políticas se empiezan a discutir en grupos de Facebook o Reddit, donde todos trabajan por objetivos claros dejando a un lado las ideologías y los partidos políticos, y si estos partidos no evolucionan están destinados a desaparecer.
Tan fuerte son estos Pueblos Digitales, que luchan por causas, que un millar de jóvenes, hace unos meses hicieron perder millones a las grandes firmas de Wall Street y todo por salvar a la empresa que alquila video juegos. Caso Gamestop.

Pues en estas épocas, los gobernantes deberán escuchar y estar atentos para poder gobernar, antes que en las redes sociales el caos mediático se organice y no puedan apagar el incendio.
No hay futuro sin presente, por lo tanto hay que construirlo, el foco iluminó el siglo XX y el meme profetizó al siglo XXI.
En estos momentos un meme permite, puede sepultar a un político, salvar una candidatura y poner a toda la ciudadanía alerta de un problema.
Ahora tenemos corrientes ciudadanas, que en cuestión de horas o días consiguen soluciones mediáticas.
Cuando la autenticidad es la norma, el resto viene por añadidura, hoy por hoy la gente desea soluciones, quiere reírse de los problemas, de los amigos y de si mismo, piénsenlo, analícenlo; buscan abrazar, contagiarse y transmitir empatía, cariño, buena vibra, escuchar y ser escuchados, eso queremos los ciudadanos
De ahí en adelante, los grupos y organizaciones tienen que trabajar desde las redes sociales, y si no; desaparecerán los partidos políticos que no se encuentren en la trinchera digital.
La política se volvió dinámica desde las redes sociales, un político puede ganar una candidatura con un grupo de asesores, que con un buen meme puede ganar la presidencia y convertir al contrincante en un meme ambulante.
Giovanni Reyes – Corresponsal en Guayaquil, parroquia Tarqui.