Charles Plumb, es un veterano de guerra norteamericano. Era piloto de la marina estadounidense y durante uno de sus vuelos, su avión fue abatido. Él, saltó del avión y pudo abrir sus paracaídas, pero fue capturado por el enemigo.
Plumb, fue encarcelado como prisionero de guerra durante 6 años, de 1967 a 1973. Después que fue liberado, se dedicó a dar charlas y conferencias sobre su vida en cautiverio y cómo estas experiencias de vida las personas pueden aplicarlas en su vida
Un día, mientras cenaba en un restaurante, un hombre se le acercó y le preguntó, ¿es usted Charles Plumb el prisionero de guerra?… Plumb, asintió y le preguntó al hombre que de dónde lo conocía… La respuesta fue: “Trabajaba en la marina, yo fui quién preparó su paracaídas”.
La historia de Charles Plumb nos deja una gran enseñanza de vida, que nunca debemos despreciar y menospreciar el trabajo y labor que hacen los demás, en cualquier campo que las personas se desempeñen. Todos hemos venido a cumplir con una misión en este mundo y a contribuir con nuestros talentos y conocimientos para el desarrollo de nuestra sociedad. Cada individuo tiene un oficio, y este debe ser valorado y apreciado. No podemos dejar de lado a otros, por no realizar los mismos puestos de trabajo o no haber seguido las mismas carreras profesionales que nosotros.
Nadie, en éste mundo, es más que nadie, simplemente que cada uno nace con una talento u habilidad distinta, o se desarrolla y desempeña de diferente manera en distintos campos. ¿Qué sería de nuestro mundo, qué sería de nosotros, si no existieran esos grandes desconocidos, como el que le salvó la vida a Plumb?
La realidad es que cada uno de nosotros, dependemos de los demás de una manera u otra. Nuestra sociedad, nuestro mundo, no sería lo que es, sin la ayuda de los distintos seres humanos. El mundo, su economía y todo lo demás en general, no podrían existir ni seguir creciendo y girando sin aquellos hermosos arquitectos y hacedores de todas las cosas.

“Cada ser humano, posee un valor único y especial”.
Contamos con un abanico inmenso de personas que contribuyen a que nuestra vida sea mejor y más llevadera; carpinteros, albañiles, mecánicos, cerrajeros, abogados, economistas, soldadores, doctores y así, podríamos perdernos en un sinnúmero de profesionales que de una u otra manera, enriquecen nuestra vida y mejoran nuestro mundo.
Cada ser humano ha nacido con una vocación, por ello; “nunca olvidemos a quien construye nuestro paracaídas”.
Karin Herkt – Corresponsal en Holanda.