Que surja el sentido espiritual de la vida, de lo contrario; se extinguirá el discurso humanista y seguirá emergiendo el no duradero discurso del consumo que confunde materia con riqueza.
Que surja la gremialidad humana y valiente para hacer propio el más poderoso de los ejercicios humanos; “amarse así mismo”, no confundiéndose con la falsa fecundidad de los espejos.
Pídanse bendiciones para la prosperidad espiritual, y dejemos de metrificar tanto “el tener”.