En realidad, nos han domesticado...
Decimos que somos libres, pero discurrimos enfrentados al atropello. Nos enviste el Poder y sus peores galas, sin entender que el SER se encuentra solo frente a la libertad. Las circunstancias, nos forzan a resistir y a no sentir culpa.
Seguramente, algún día llegará el instante libre sobre todas las PATRIAS, donde no habrán divagantes salvadores, solo el sonido y el brillo propio de cada individuo.
¡No más, divagaciones platónicas! De lo contrario, el ser humano seguirá sufriendo entre alocuciones que hacen trastabillar a todos en masa.