La familia es la base de toda sociedad, ya que dentro de ella los adultos educan y transmiten valores a los niños y niñas que la conforman. El entorno familiar influye notablemente en el desarrollo emocional y social de las personas, y puede motivar o condicionar a los miembros. Por tanto, es fundamental que funcione como espacio de contención, comprensión y comunicación para el desarrollo del potencial y las habilidades de los miembros. Según este preámbulo de concepto, realmente la familia resulta el espacio determinante para el desarrollo de personas provistos de los principios y valores que la sociedad necesita para liderarla.
En estos tiempos carentes de valores y principios, necesitamos volver a los conceptos tradicionales. La esencia de la familia nunca cambiará, así como su función. En el seno de la familia se transmiten los valores y principios óptimos para el desarrollo integral de la persona. Los padres son los llamados a dejar ese único legado que garantiza una sociedad organizada, como herencia para las futuras generaciones.
Los valores son cualidades, principios o virtudes que un individuo desarrolla y son importantes para su crecimiento personal y social. El vendaval de nuevos paradigmas morales y sociales ha modificado ciertos fundamentos de la familia. Por ejemplo, ha pasado de ser el nido donde los hijos aprenden de sus padres, porque se supone que deben ser sus referentes; a ser solo el lugar donde se satisfacen ciertas necesidades, como la vivienda, el vestido, la alimentación, la “instrucción”. La familia como la institución donde se recibe una buena crianza, está quedando muy atrás.
A propósito de las elecciones de este mes, anticipadas por el capricho de un puñado de gente, que se ha llegado a creer que puede hacer con el país, lo que le plazca a vista y paciencia de un pueblo carente de estima y de reflexión, al punto de repetir, cual un lorito amaestrado y proferir hasta improperios, en contra de los compatriotas que no comparten su doctrina. En fin, nos acercamos a una jornada tan impredecible y una vez más, como no podía ser de otra manera con un excesivo número de candidatos, realmente incoherente al tamaño del país y con los mismos personajes de siempre y lo que es peor, candidatos a asambleístas, los mismos cesados. Qué nos espera con semejantes candidatos que el tiempo que estuvieron en funciones, ni hicieron, ni dejaron hacer nada en beneficio del país? Cuan diferente sería, si dentro de la sociedad ecuatoriana resurgieran verdaderos políticos, verdaderos líderes; revestidos de amor por la patria y por el prójimo, otro gallo cantaría como dice el argot popular. Y dirá el lector, qué relación existe entre familia y política? Pues todo, pues de allí surgen los verdaderos líderes que aman a su nación y luchan por el prójimo, o sea, ponen en práctica los valores y principios aprendidos en su hogar, para el beneficio de los demás.