El tiempo pasa y las épocas con sus paradigmas y doctrinas cambian; estas han conducido la conducta de las personas. Desde la Edad de Piedra hasta la contemporánea, han surgido cambios abismales en los principios que guían el convivir entre los seres humanos. Desde la vida nómada, hasta la convivencia en grandes ciudades y metrópolis, la humanidad ha evolucionado; espiritual, social y económicamente.
Cada etapa histórica tiene características propias que definen la forma de vida de las personas. Así, en la Edad de Piedra, la forma de vida de los seres humanos era nómada; la recolección de frutos y la caza su fuente de alimentación, la piedra, el material de uso cotidiano para la preparación de sus alimentos, y descubrir el fuego supone el mayor logro de dicha era. Luego, pasa a la Edad Metálica, el hombre aprende a fundir los metales creando herramientas que facilitaban los procesos agrícolas, además de diversos utensilios, adornos y joyas.
En la Edad Antigua aparece la escritura, surge la vida urbana, los reinados, los estratos sociales, las religiones organizadas y las guerras entre pueblos. La Edad Media se caracteriza por el traspaso del modo esclavista al feudal, la determinación de estratos sociales conforme a la condición socioeconómica y cultural, la educación estaba a cargo de los religiosos y reservada para los varones ricos, predomina la superstición, y así mismo; el dogmatismo religioso que conduce y guía las acciones de la gente.
La Edad Moderna supone cambios trascendentales que son la base de la época actual, caracterizada por el auge y expansión del imperialismo de Europa, el descubrimiento y la colonización de América, una verdadera explosión de la ciencia producto de la aplicación del método científico, en reemplazo de la tradición religiosa.
La Edad Contemporánea, es la era de grandes y decisivos hechos que afectan el pensamiento del hombre actual; como la revolución francesa, las guerras napoleónicas, los procesos de independencia de las colonias americanas y los grandes avances tecnológicos.
Con la Revolución Francesa y sus postulados de Libertad, Igualdad, Fraternidad, nació una época de mayor apertura para exponer sin temor alguno las creencias en los ámbitos espiritual, económico, político, cultural y social. Han pasado décadas de aquel transformador suceso para el mundo y el hombre ha pasado de un extremo a otro.

La actual, se ha convertido en una época de libertinaje, en la cual los principios y valores necesarios para una convivencia equilibrada y justa resultan obsoletos. La tergiversación de los mismos, ha llevado a la aparición de Movimientos y Colectivos que luchan por conseguir todo, por lo que sienten tener derecho. Su particularidad radica en la satisfacción de necesidades particulares de un grupo o sector en desmedro de los demás, no buscan el bien común, como supone la inspiración de los postulados de la revolución francesa.
Es por ello, que urge recuperar el sistema de valores que guíen el espíritu conciliador del hombre, con verdadero patriotismo y amor al prójimo, como los principios que inspiren la lucha por un mejor porvenir para todos. Hombres y mujeres notables e ilustres deben ser tomados de nuevo como referentes de patriotismo, porque pusieron en práctica una filosofía de servicio a los demás, en pro del bienestar de todos.
Nancy Morales – Corresponsal en Imbabura.