Mayor autonomía en las mujeres, es la mejor formar de expresar el empoderamiento de la mujer. Implica también, que la mujer debe ser partícipe plena en todos los sectores y en todos los niveles, para de esta manera contribuir en el desarrollo socioeconómico del país y aportar de manera decidida para alcanzar objetivos de prosperidad, sostenibilidad, derechos humanos y mejorar la calidad de vida de las familias.

La lucha constante por sus derechos ha permitido que la mujer se abra a espacios no solo como madre, sino como profesional, empresaria, directiva, líder, entre otros.
Aspectos, que le han permitido avanzar a su meta para alcanzar igualdad, crecimiento económico, que va de la mano con la erradicación de la pobreza, y sobre todo, con la justicia social.
A pesar de los logros alcanzados en estos últimos años, es claro que todavía falta mucho por hacer y fortalecer, siendo una de las más importantes e inquebrantables la lucha contra la VIOLENCIA en cualquiera de sus demostraciones. Tampoco podemos olvidar, que el campo laboral es otro escenario donde se sigue batallando por un trato y oportunidades igualitarias en aspectos como las remuneraciones, ascensos, salud, seguridad, formación y desarrollo profesional.
Es imprescindible que las mujeres sigan abriéndose espacio en los niveles de liderazgo político, ya que su representación en estamentos gubernamentales permitirá afianzar su lucha en la reivindicación de derechos.
Velar por los derechos de la mujer es obligación de todos, pero lo más importante; es cambiar de paradigmas y dejar atrás aquellos estereotipos que la ha encasillado como “el sexo débil”.
Alexandra Naranjo, Corresponsal en Tungurahua.