En la novela “El nombre de la Rosa”, de Umberto Eco, ambientada en una abadía italiana en 1327, en la cual el motivo de una serie de asesinatos fue el ocultar la lectura de la “Poética de Aristóteles’’; que en la ficción de Eco es un volumen dedicado íntegramente al análisis de la comedia y la risa, un volumen que entiende la risa, la ironía y la burla, como herramientas de debate, susceptibles de ser aprendidas, administradas y aguzadas.
La risa y la burla, entendidos como medio de infiltración, son máscaras para que pasemos desapercibidos, con la idea de; “no es lo suficientemente serio como para ser una amenaza’’.
Así como en la ficción de la novela de Umberto Eco, en el Ecuador pareciera que no se está tomando en serio a un viejo competidor político como Álvaro Noboa, renovado cómicamente en el imaginario, gracias a unos videos un poco excéntricos viralizados, en los cuales se puede ver al actual Candidato Noboa, desafiando huracanes en EE.UU. o proponiéndose como meta la “creación de una Nación Americana total”, que incluya las 3 Américas, dejando la idea de la Gran Colombia de Bolívar en el ridículo, comparada ante tal propuesta.
Noboa, que con el imaginario de hábil empresario, pero a su vez “inocente y con cierta humildad, un poco tonta”, ha sabido manejar el paradigma: “le han dado la oportunidad a todos, esta vez déjenme a mí”, apostando a su 4ta elección. De igual modo, otro Candidato, que también se ha postulado en varias ocasiones, y cuyo ego le ha jugado muy malas pasadas a lo largo de su carrera como el “eterno candidato”, que invita a pensar que si en el pasado este Candidato se ha negado a tender puentes políticos, y otros, los ha quebrado deliberadamente a causa de su profundo hedonismo; pueda tomar en serio a otros contendientes; pues ya se siente ganador, y lo peor de todo, se cree como el único en el país que merece llegar a ser Presidente.
No sabemos qué pasará en los siguientes meses, a no ser que entre un Candidato fresco y con posibilidades limpias de ser Presidente, podríamos ver un duelo de viejos candidatos, en los cuales la “risa ignorada” podría vencer al “ego arrogante”.