Ayer, el Ecuador fue testigo de como el Socialismo del Siglo XXI representado por la figura del Correato, terminó.
Aunque el Gobierno del Expresidente Lenín Moreno no siempre hizo las cosas bien, hay que reconocer que fue él quien nos salvó de que regrese el caudillismo, el tiranismo y el odio. Muchos de sus actos fueron bien intencionados y varias autoridades que lo acompañaron durante estos cuatro años demostraron trabajo y compromiso; lastimosamente un país saqueado, con un nivel extremo de corrupción en casi todo el sector público y una pandemia mundial, no le pusieron las cosas fáciles para gobernar.
Sus discursos fueron criticados, pero tal vez en algo si tuvo razón, cuando dijo; “ojalá tuviera yo un mejor pueblo”, los hechos demuestran que de verdad no lo somos y que no hemos aprendido de nuestros errores, basta con ver a quienes elegimos como Asambleístas para este período legislativo (salvando muy pocas excepciones) y todo el circo armado en apenas diez días en funciones.
Para muchos ecuatorianos, Lasso no fue la primera opción, pero fue la mejor alternativa que tenía el país, su inicio ha sido muy controvertido, pero el país entero aplaude la decisión de tomar distancia de aquel partido político dispuesto a hablar con el diablo, o de aquellos que piden impunidad y negocian para que la justicia siga siendo ciega, sorda y muda.

Más allá de ideologías, lo que hoy nos queda es pedir que Dios bendiga la gestión del Presidente Guillermo Lasso, conscientes que el éxito del gobierno entrante, será el éxito de todo un país al que le urge una verdadera reactivación económica y social que permita tener mejores días para todos los ecuatorianos.
Alexandra Naranjo Guffanti – Corresponsal en Tungurahua.