Los seres vivos, de acuerdo a las características biológicas y mentales, adoptamos diferentes tácticas de supervivencia.
Algunos animales se decidieron por la velocidad, otros por el uso de la fuerza, cientos de especies escogieron la vida en el aire, en ríos y mares, o bajo la tierra, como resultado la vida en el planeta es variada.
Los humanos, antes de ser personas desarrollamos velocidad mental y habilidad con las manos, pero no fuerza ni velocidad en el suelo, por lo que hace varios millones de años, cuando bajamos de los árboles y dimos el primer “gran paso para la humanidad”, decidimos que las dos características que teníamos serían nuestras tácticas de supervivencia.
Esto nos permitió desarrollar inteligencia para inventar herramientas con las que resolvíamos los problemas, evolucionamos nuestra anatomía, pero los sentimientos que controlan nuestra vida son los mismos desde hace más de 100 mil años.
Como resultado podemos curarnos de las enfermedades, correr muy rápido, viajar al espacio exterior, al fondo del mar, o muy profundo en la Tierra; pero, también creamos armas.
Estas armas, que ahora son biológicas y atómicas, más el consumismo, nos tienen muy cerca de extinguirnos.
La única medida que evitaría este trágico final es que evolucionemos los sentimientos que controlan nuestros actos cotidianos. ¿Evolucionamos o morimos?