En 1912 nace un gran investigador ecuatoriano, el Padre Jesuita Carlos Miguel Baca Alvarado, haciendo su apostolado en Gonzanamá – Loja – Sur del Ecuador, provincia con muchos prodigios poco explorada.
Carlos Baca, apasionado por la arqueología y por los relatos de los lugareños de la Comuna Chantaimina, que en lengua Quichua significa “depósito de huesos” o “donde reposan los huesos del difunto”, acompañado de 25 colaboradores emprende en una aventura de varias excavaciones.
En 1965, luego de varios tanteos, dan con los primeros huesos de la parte de un cráneo, estos eran demasiado grandes para ser de un ser humano o habitante actual, las excavaciones continuaron hasta descubrir que se trataba de un esqueleto humano muy antiguo de medidas y dimensiones descomunales.

El esqueleto humano media en su totalidad siete metros de altura, desde los pies hasta la cabeza, reviviendo con este hallazgo la teoría que la Tierra fue habitada antiguamente por una raza de gigantes.
Nunca se hizo público el hallazgo, y peor se custodió tan espectacular descubrimiento que daría una importancia en el contexto científico a nivel internacional al Ecuador. Con pretexto investigativo se envió partes del esqueleto a Suiza y Estados Unidos de Norteamérica, y en la actualidad se expone nuestro descubrimiento y patrimonio en el museo de Suiza.
El Padre Baca murió en 1999, dejando escuetos manuscritos sin detalles específicos, y peor un documento para poder reclamar el esqueleto del Gigante para que sea devuelto al país donde hábito y descansó por miles de años.
Lauro Salas – Corresponsal en Imbabura.