El mundo cambió y dio un giro; del Comunismo Utópico al Socialismo, y este, a su vez, al Socialismo del Siglo XXI; ahora llamado Progresismo, que primero se enmascararon en el Foro de Sao Paolo, y ahora, en el Grupo de Puebla.
Es que la Izquierda no evoluciona, se disfraza y siempre es la misma con sus mismas mañas y malas costumbres, donde la corrupción y el odio son el alimento de la ideología.
El ser humano no es tonto y sabe de dónde vienen los disparos, pero sabiamente Mark Twain dijo “es más fácil engañar a la gente, que convencerlos de que han sido engañados”, y ahí está el problema; cuando los Izquierdistas sin escrúpulos van por la nueva tajada disfrazados y enmascarados con sus voces tiernas y trucos de moda que los dejan ver como nuevos con su discurso viejos, o como repetía mi abuela; “perro viejo no aprende nuevos trucos”. Envían como candidato al más cándido de sus leales y ahí cumplen su sueño patriotero de la necesidad de cambiar todo para que no cambie nada.
Muchos dirán que no es la misma Izquierda y que existen DOS IZQUIERDAS; la original y la falsa, la ideológica y la populista, la infantil y la corrupta; y ahí, les digo yo, que hay una sola Izquierda, y es la fracasada, que ganan elecciones, gobiernan por años, son capaces de amalgamar a todo un pueblo para en cuestión de poco tiempo caer en lo que siempre quieren ser “burgueses o líderes de cafetín, “empresarios de la corrupción, apéndices de todo y oficiales de nada”.
Los pueblos votan y siguen al líder, con su voto castigan la traición. No se mal entienda, estimado lector, que la Derecha no tiene errores, el ciudadano eligió la opción de cambio y no a la Derecha, y tampoco piensen que la Izquierda está caduca, esta entrará en un proceso de transformación que hoy se amalgama alrededor de las causas y objetivos con líneas definidas y equilibradas.
La Izquierda tiene el mérito de asentar una teoría marco que construye el discurso o la conversación.
La Derecha queda debiendo esa parte y se preocupa por la oferta de trabajo y riqueza.
Los pueblos escogen al que lo ven sincero, le mira a los ojos, lo abraza y escucha, no es la oferta que termina interesando, sino la opción que construye un sentimiento filial entre el ciudadano y el líder. Por eso, cambiar para cambiar y que los pueblos vean, sientan y analicen el cambio; o cambiar todo para no cambiar nada.

Para el 2025, el ecuatoriano ya tiene un norte y una visión de continuidad democrática, el fin a un proceso de transición que será el Gobierno de Guillermo Lasso, pues ya se escuchan voces y nombres de un líder que dicen será el que diseñe el camino hacia días mejores para nuestro país, pero eso es otro tema y será tema de otro artículo.
Giovanni Reyes – Corresponsal en Guayaquil, parroquia Tarqui.