A lo largo de la historia la Humanidad tuvo entre sus hijos a personajes con mentes geniales que usaron su talento para intentar implantar revoluciones sociales a la medida de sus gustos y de su capacidad de entender la Vida, cambiaron religiones, tradiciones, idiomas, y más, todo en su afán de dejar su impronta en la sociedad global. Todos fracasaron porque el deseo de libertad de cada persona superó a la brutalidad de sus acciones.
El Covid19 ni siquiera tiene un sistema nervioso básico, por lo que no lo podemos calificar de “Ente perverso” sin embargo su aparición derivó en la muerte de cientos de miles de personas y la pérdida económica multimillonaria. A este virus lo motiva un imparable deseo por sobrevivir y las personas somos el medio para lograrlo, este detalle resultará en una revolución global.
La vanidad intelectual nos llevó a calificarnos de Hombre sabio – Homo sapiens – pero después de más de mil millones de años de evolución la realidad es que un virus nos impone sus condiciones, con lo que se caen los dogmas fundamentales de la Humanidad: Ya no somos el centro del Universo, ni reinamos sobre las demás criaturas. La nueva realidad debe fundamentarse en un dogma antiguo pero que lo hemos descartado siempre: El amor fraternal.
La sociedad humana tiene que superar, una vez más, un reto para no extinguirse, pero tenemos la misma ventaja que tienen las sardinas y los insectos, la inmensa cantidad de individuos, y debemos usar la misma estrategia del Covid19, el deseo irrefrenable por sobrevivir, adaptarnos a las nuevas circunstancias, modificar los sentimientos que hasta ahora nos llevaron a tomar las decisiones más importantes, solo así evolucionaremos de Homo sapiens a Homo covid.