Un intelectualismo religioso o ideológico despegado de la naturaleza y de las múltiples posibles funciones espirituales, generará una sociedad robotizada tecnológicamente, pero sin anclas dialógicas y dialécticas para que lo humano pueda seguir poseyendo una razón de ser.
En resumen: “Si no hay espiritualidad, todo se queda atrapado en el intelectualismo”.