Los humanos son seres sociales por naturaleza, es por esta razón que tienen la tendencia de organizarse y cooperar entre sí. Desde tiempos antiguos la humanidad se ha desarrollado a través de distintas organizaciones sociales. En la época prehispánica, con las tribus nómadas, la sociedad se organizaba para la recolección de las frutas y la caza de animales, después se organizaba para las actividades agrícolas que dieron paso a la formación de pequeñas comunidades, hasta llegar a formas organizativas más complejas que conocemos en la actualidad.
Desde la antigüedad, los pueblos han trabajado en unidad y de una u otra forma han recurrido al uso de estructuras sociales organizativas tal como eran los ejércitos aborígenes, por ejemplo. Con el paso del tiempo las sociedades han ido transformándose y han pasado de formas de trabajo natural, como la caza y la pesca, a formas más complejas como el trabajo industrial, desencadenadas a partir del surgimiento y desarrollo de los grandes centros industriales durante el siglo XIX de la mano de la Revolución Industrial. En consecuencia, el estudio y práctica de la Administración fueron tomando relevancia a partir de estos acontecimientos.
Fernández J., define a la administración como una ciencia social que busca la satisfacción de objetivos organizacionales a través de una estructura social y del esfuerzo humano cotidiano. Reyes A., por su parte, indica que la Administración es un conjunto sistemático de reglas que se establecen para lograr la máxima eficiencia en las formas de estructurar y dirigir un organismo social. Para Koontz H., y O´Donnell C., es la dirección de un organismo social y la efectividad para alcanzar los objetivos establecidos, para lo cual es preponderante la habilidad de conducir a los integrantes de la entidad.
Existen muchas otras definiciones de la Administración y todas concuerdan en que esta disciplina se fundamenta en varios principios: la universalidad, la especificidad, la unidad temporal, la unidad jerárquica, la interdisciplinariedad y la flexibilidad.
La Universalidad se refiere a que los conocimientos de esta ciencia son aplicables en cualquier forma de organización social, sea en el Estado, en las empresas, en la sociedad, en la iglesia, en el ejército, etc. La especificidad se refiere a que cada organización incorpora áreas específicas que requieren de conocimientos y habilidades especializadas para su conducción eficiente. La unidad temporal hace referencia a que todos los elementos administrativos suceden en un mismo momento, es decir que al mismo tiempo las organizaciones pueden recurrir a procesos de planificación, dirección, coordinación, control, etc. La unidad jerárquica implica que las organizaciones deben contar con una escala jerárquica que identifica a jefes o líderes de áreas que dirigen a otros para coordinar y encadenar los esfuerzos de todos hacia el logro de las metas comunes.
La interdisciplinariedad manifiesta que la Administración puede relacionarse con cualquier otra ciencia que emplee principios, métodos y procesos que busquen la optimización y eficiencia de los recursos. La flexibilidad se refiere a que puede la Administración puede practicarse en cualquier tipo de organización, adaptándose a las necesidades propias de cada entidad sin importar la actividad a que se dedique.
Desde la perspectiva global en la Administración se pueden identificar dos tipologías: la pública y la privada. La Administración pública es la encargada de gestionar organismos sociales de orden público tratando de lograr su máxima eficiencia desde una perspectiva social. La Administración privada se encarga de la gestión de organismos sociales privados que normalmente se crean para generar un beneficio económico.
Una de las formas más sencillas y prácticas de administración es la del hogar, en esta institución básica de la sociedad se puede apreciar una estructura plenamente organizada donde cada miembro tiene roles y actividades específicas que cumplir y donde todos buscan alcanzar objetivos comunes respetando una línea de autoridad claramente definida. Dado que esta disciplina nació con la misma humanidad ha podido establecer que todo esfuerzo humano conlleva un ejercicio de planificación, dirección y control consciente o inconsciente.
Es evidente que en la práctica la Administración imparte efectividad a los esfuerzos humanos, por ello, los países en vías de desarrollo deberían estudiar e incorporar mejores prácticas administrativas con el propósito de desarrollar y mantener organizaciones públicas y privadas más sólidas, eficientes, efectivas y sostenibles.