Es de gran importancia, la relación del individuo con la sociedad y la responsabilidad de cada cual en el advenimiento de esa “buena sociedad”. Tu eres el mundo y el mundo eres tú, y si se produce un cambio radical en la estructura de la psique de un individuo, ese cambio afectará a toda la conciencia de la humanidad.
A todos les interesa una forma de vida diferente, una sociedad buena, en la que reine el orden, la paz, la seguridad, alguna forma de felicidad y que sobrepase todo ello en su búsqueda de algo que es inconmensurable. Sin violencia, sin contradicciones de tantos dogmas, creencias, ritos, dioses, sin divisiones económicas nacionales, donde la bondad y a la voluntad sean sus piedras angulares.
Una sociedad sin divisiones económicas implica una sociedad sin clases, pues es poner fin a las desigualdades económicas y sociales derivadas del poder material.
El desorden social procede de la condición humana que no permite al individuo ser feliz, atrapado en un universo psicológico de penas, celos, dolor, ira, envidia, egoísmo, ambición y relaciones problemáticas. Este caos interno, no puede conducir a unas relaciones armoniosas. Solo es fuente de conflictos y contradicciones, generadoras de división y caos, que dan lugar a su vez a la explotación, la opresión y guerra. La “sociedad buena”, es una forma de SER y ACTUAR en este mundo, y no en un sueño o un ideal utópico, al que se trata de llegar por procesos graduales de cambio.
Nuestros problemas existen en este momento, y se deben resolver en el presente. Es una tarea urgente que hay que acometer de inmediato. La “urgencia del cambio” es un estribillo en los discursos políticos, pero sus propuestas son solo ideales, filosofías, creencias, porvenir, dogmas, demagogias.
Para crear una “buena sociedad” no se necesita conseguir ningún tipo de poder, autoridad o legitimidad, no podemos institucionalizar su búsqueda, solo es posible por medio de una renovación interna, y la clave para la transformación interna reside en la educación. Necesitamos avanzar hacia la iluminación del ser humano, una educación holística es esencial para una renovación interna capaz de llevar a cabo la transformación social.
La responsabilidad que tenemos como individuos en el orden social es SER. Todo acto de un individuo afecta a los demás, porque “SER es ser en relación” y, en ese sentido no hay conciencia individual, sino solo una conciencia humana colectiva, lo que implica que el mundo no es algo independiente del sujeto. Debemos aspirar a un desarrollo armonioso del mundo interior y del mundo exterior de una persona. “Lo que uno es interiormente dará lugar a la larga a una buena sociedad o al deterioro progresivo de las relaciones humanas”.
Esta armonía, es posible que no llegue a producirse si nuestros ojos tan solo miran el mundo exterior. El mundo interior es la fuente y la continuacion del desorden. Los seres humanos son los que crean la sociedad, no los dioses.
Las escuelas no pueden ser solamente excelentes desde el punto de vista académico, sino que deben fomentar la integridad en la persona, florecer en la bondad, lo que requiere excelencia en la conducta, en la acción y en la relación. Alcancemos la excelencia espiritual. Contribuyamos ahora, en la creación de la buena sociedad.
Edison Suárez, corresponsal en Sucumbíos.
