En este juego narcisista de conocimiento y poder,
Rafael Correa Delgado, pone de manifiesto
su pequeña similitud con Dios,
obviamente un “dios prófugo”,
pero ojo, se ha olvidado que es humano
y puede ser también un Rey derrocado.
No olvidemos este principio de Pascal:
“Solo a partir de una cierta altura de exigencia
el espíritu es propenso al fracaso en sí mismo,
y para ello, se requiere un sentido de honradez intelectual
que aún no ha criado ni quiere criar”.
Es capaz incluso de ponerse en contra de propios intereses.
(Fiat veritas et pereat mundus
En fin, en 15 años, en el juego del poder Rafael Correa
ya hipotecó y ha dado en dación de pago
su amor propio demasiadas veces.
TIRO: 349