En el país han salido a la luz varios escándalos de corrupción alarmantes como el caso Las Torres, el caso Contraloría, entre otros; lo increíble es el lavado de manos, a lo Poncio Pilato, que hacen sus protagonistas, sin ningún temor ni vergüenza al momento de presentarse a rendir sus versiones.
Es común, que respondan “Yo no fui, no lo conozco, soy perseguido político”, incluso, cuando las pruebas son contundentes. Los nombres son fáciles de identificar: Celi, Capaya, Glas, entre otros ilustres tristemente conocidos.

La corrupción, en el país, ha llegado a niveles nunca antes vistos, y la Fiscalía General debería dejar la lentitud con la “actúa”, y no dejar en la impunidad ningún caso.
Ante semejantes descaros y caraduras, solo queda decir que el Estado (Asamblea Nacional y CPCCS) debe empezar a elegir con mucho cuidado quienes serán los que ocupen cargos públicos de alta responsabilidad en el país, y dejar de elegir por compromisos políticos.
Andrea Celeste León, corresponsal en Pichincha.