
La dinámica de un Sistema Político Democrático, es en esenciainestabilidad en busca de equilibrio, que se notan más sus desbalances cuando la evolución de los Partidos es muy pobre, y la sociedad observa enfrentamientos viscerales entre los criterios de los caudillos sin la participación confrontativa o concertadora de las ideas discernidas entre los miembros de los partidos y la ciudadanía.
Si bien es cierto, esta inestabilidad ha rebasado muy pocas veces los límites tolerables en los últimos 41 años de la democracia ecuatoriana, salvo las dolosas caídas de Abdalá Bucaram y de Lucio Gutiérrez, el abuso del caudillismo y la cultura de clanes enmascarados como “próceres defensores de la Patria”, lo que han operado realmente es un juego sociopolítico y económico para favorecer al pequeño conjunto de Jefes de los clanes vigentes, que solo se rompen cuando aparece un nuevo Paladín que vuelve a organizar el descontento popular y a exigir parte de la cosecha por y para su cuenta.
Por ello, en la competencia del Poder cada quien alaba su “queso rancio”, y luego cuando se los elige se comen su propio queso rancio y se nos llevan el erario y el queso de cada quien.
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