Una hora que hace respirar al mundo.
Desde el año 2007, la iniciativa de la -World Wide Fund For Nature- (WWF) y la agencia publicitaria – Leo Burnett-, buscan concientizar al ser humano sobre las consecuencias de la contaminación en sí, fomentando apagar una hora todas las luces no indispensables de nuestro hogar, edificios, plazas y parques públicos de nuestras ciudades el último sábado de cada mes de marzo.
El 31 de marzo de 2007, se celebró por primera vez la llamada “hora del planeta”, apagando toda la iluminación pública de Sidney, Australia, sumándose también la ciudad de San Francisco en Estados Unidos, con el movimiento llamado “lights Out”, dejando así, en total penumbra entre las 19:30 y las 20:30 a estas ciudades.

Poco a poco, esta iniciativa con el paso de los años ha ido ganando terreno y adeptos con quienes cambiando su pensamiento se han convertido en ambientalistas, tanto es así que, 188 países alrededor del mundo lo conmemoran cada año.
Este tipo de contaminación tiene consecuencias graves para nuestro ambiente nocturno, tales como: emanaciones constantes de CO2, despilfarro de recursos en iluminación por parte de los estados, estrés, cansancio, trastornos en la personalidad y sin dejar de lado, que las aves nocturnas como búhos y lechuzas ya no son parte del entorno natural, puesto que, este tipo de contaminación hace que ellas se ahuyenten de las ciudades, especialmente de las más grandes.
Las luminarias públicas mal colocadas también pueden provocar una invasión a la privacidad cuando están situadas a un lado de las ventanas más altas de las viviendas o apartamentos, además de causar cierto tipo de sombras, factor usado por la delincuencia para cometer sus Ilícitos.
Solamente se tiene que admirar el cielo de las ciudades cuando toda la iluminación pública está encendida, así se observará un cielo reflejado por luces terrestres, pero, no esas hermosas estrellas a las que el hombre se acostumbró a ver por las noches.
El ser humano debe tomar conciencia de las acciones agresivas y contaminantes que ha tenido contra el planeta, debiendo aportarle al mismo formas para combatir el cambio climático provocado también por esta contaminación.
Este sábado 27 de marzo conmemoramos nuevamente este día donde el planeta respira tan sólo por un instante, dándole la oportunidad de descansar aunque sea en ciertas partes del mundo por una hora, en esa oscuridad fascinante que permitió observar el cielo y darnos cuenta que tenemos mucho que mirar, sobre todo cuando se alza los ojos hacia el cielo nocturno.
Por eso, debemos contribuir con la naturaleza, con nuestro mundo, hogar de todos nosotros. Hay que aunar esfuerzos para no solamente hacerlo una vez al año, sino más bien, aportar desde nuestros hogares tan sólo apagando el foco de la habitación donde no estamos.
C. Renato Moncayo Moscoso – Corresponsal en Cotopaxi