Ya lo dijo José Joaquín de Olmedo:
“Si deseamos ver prosperar la Patria por el influjo
de una sabia y propia Legislación,
es necesario el “Imperio de las buenas costumbres”,
ya que son estas últimas el mejor suplemento de las leyes,
y frecuentemente más eficaces que las leyes
siempre serán las buenas costumbres.
Este concepto de J.J. Olmedo, es prometedor,
para ayudarnos a comprender nuestro estatus histórico,
nuestro desmoronamiento político, social, cultural,
económico y burocrático, radica, en que más allá
de las buenas o malas leyes
la sociedad ecuatoriana está plagada de malas costumbres,
por ello, la doctrina y teoría jurídica,
se quedan marginadas por la fuerza
de nuestras malas costumbres y tradiciones.
En resumen, el problema no es la ley si no nuestras “malas costumbres”
que han fermentado en el alma social de todos los ecuatorianos
una cultura socioeconómica y política irresponsable.

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