Decía Raymond Aron, famoso filósofo francés:
“Que no hay democracia sin demagogia,
pues no hay oposición que no sea demagógica”.
Diríamos que, por competir en un régimen democrático por el poder,
el opositor está dispuesto a ofrecer “el oro y el moro” para llegar al poder,
y el gobernante a combatir a ese demagogo con más demagogia.
En resumen, la política se vuelve una subasta viciosa de quién más ofrece,
luego, el ganador de la puja se queda con el poder,
pero no salda nunca la cuenta con los ciudadanos.
TIRO: 208