En la democracia actual los líderes no tienen idea de lo que tienen en sus manos. Para dirigir el Ecuador los políticos deben saber qué es un Estado y en qué ha de consistir la vida de este. La política es un “debe ser”, pero hay una visión dicotómica en la que parece haberse dividido el pais: entre el triunfalismo, cercano a la prepotencia, y la distorsión cercana a la depresión.
La transformación social es posible en la medida en que la sociedad se comprometa con una transformación personal, pues el reto de crear un país, un mundo armónico y diferente, empieza en el corazón de cada uno de sus integrantes.
Crear una sociedad desde la conexión y la comunión con otros seres humanos y el entorno, implica cumplir con dos condiciones básicas: cultivar nuestra vida interior y orientarnos sinceramente a servir al prójimo.
La relación entre ética y política en la democracia moderna se ha vuelto peligrosa, ya que la política introduce un fuerte relativismo moral, que permite la coexistencia de igualdad de toda sociedad compleja, pero la verdad es que el campo de la política no puede sostenerla. Es aquí, cuando el poder, al penetrar la dimensión ética, introduce en ella la más grande distorsión, ya que el discurso de la ética se convierte en una mera forma de justificación del poder. Distorsiones que, en nombre de la ética se plantean riesgos como: el querer cercenar desde el poder del Estado los espacios de libertad.
La política ha traido consecuencias sociales hasta el punto de convertirse en difetentes filosofías realmente suversivas, si algo debemos aprender es de la unica filosofía que contiene a todas las filosofías: La Filosofía de lo Simple. Y un gobernante tiene que perfeccionarse dentro de esta filosofía para ello debe cultivar sus principios, virtudes como: la benevolencia, la justicia, las relaciones armoniosas, etc. Esto deben saber aquellos que buscan desde la política un cambio real en la vida social de su región.
A más edictos y prohibiciones en el principio, más pobreza en el Pueblo. A más cantidad de armas, más confusión en el gobierno. A más habilidad del pueblo en las artes, mayor producción de cosas. A más leyes y ordenanzas, más bandoleros y ladrones.
El Pueblo sufre hambruna porque el gobernante cobra impuestos en demasía. El pueblo es difícil de gobernar porque el gobernante actúa en beneficio de sus propios intereses.
El tener muchos bienes implica grandes pérdidas. Quien está satisfecho con lo que tiene está fuera de peligros. Quien sabe detenerse evita riesgos y puede perdurar largamente. El hombre sabio no se agita por nada, no se apega a nada y nada pierde.
El gobernante debe ser un hombre sabio, un hombre que está en el camino de lo supremo. El mayor gobernante es el que gobierna de manera simple. Creemos que con más leyes firmes y severas, haremos que la gente aprenda a vivir. Pero la ley crea temor y el temor crea un espíritu propenso a la reacción.
No hay peor desgracia que dejarse arrastrar por los deseos, no existe mal mayor que estar insatisfecho. No hay daño mayor que ser codicioso. Por eso, soo el que sabe lo que es suficiente, tendrá siempre lo suficiente.
Y es que el que desea mucho terminará confundiéndose, la mente será incapaz de discernir lo verdadero de lo falso. Y si uno se apega a lo que tiene también eso producirá efecto contrario.