Para poder hablar de puntualidad, es necesario indicar que esta se mide con el tiempo y a su vez con un instrumento llamado reloj, la puntualidad o actitud de una persona responsable, en el momento de realizar alguna labor, ya sea de trabajo, de estudios o de asistir a algunos compromisos sociales, políticos o familiares.
Decían nuestros abuelos, y es una gran verdad, que la educación viene desde la casa, para ser puntual, tener principios y valores no se necesita estudiar, eso nace de cada persona y de cómo fue criado, la puntualidad no solo es un valor importante, sino que es necesario en cada persona.
El hecho de ser una persona puntual quiere decir que se cuenta con la virtud de tener bajo control la coordinación cronología para poder desempeñar cualquier trabajo, la persona que es puntual se gana el respeto y aprecio no solo de sus superiores sino de todas las personas.
La puntualidad es vista y apreciada como un valor ético y moral, por lo que a la vez el hecho de poseer el antivalor de la impuntualidad es considerado una falta de respeto hacia las demás personas que si valoran sus responsabilidades.

La persona responsable, que le gusta y se esfuerza en ser puntual, es alguien que tiene todas las ganas de superarse y también valora al prójimo, no solo desea triunfar, sino que también ayuda a que los demás progresen.
“La puntualidad es la cortesía de los reyes”, decía Luis XIV. “Ella es, el deber de los caballeros y la necesidad de los hombres de negocios”, Samuel Smiles.
Lorena Alarcón, corresponsal en Naranjal.