A pesar de los grandes avances en cardiología, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte y morbilidad en las sociedades industriales y países en vías de desarrollo.
Inicialmente, la rehabilitación cardíaca fue designada para cardiópatas con bajo riesgo; pero ahora, la eficacia y seguridad del ejercicio han sido documentadas en pacientes con alto riesgo. La prescripción del ejercicio depende de los resultados de la prueba de esfuerzo en sus diferentes modalidades, que casi siempre incluye la prueba cardiopulmonar.
Pueden prescribirse ejercicios adaptados a pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica, vascular periférica, accidentes cerebrovasculares y afecciones ortopédicas. Los programas de rehabilitación cardíaca se dividen en 3 fases. La duración del ejercicio físico será de 30-45 minutos.
Fase I: Periodo de internación hospitalaria, habitualmente de 15 a 21 días. Los ejercicios físicos se realizan con movimientos amplios de los miembros, ejercicios en la cama, sentarse y levantarse de forma intermitente y caminatas.
Fase II: Luego del alta hospitalaria. Fase activa o ambulatoria. Convalecencia supervisada entre 3 a 6 meses. Culmina con la reincorporación laboral y social. La actividad física se prescribe luego de determinar el perfil de riesgo y los resultados de la prueba de esfuerzo en bicicleta estática o caminadora.
Fase III o de mantenimiento: Comprende el resto de la vida del paciente, donde se enfatiza conservar la aptitud física y reducir adicionalmente los factores de riesgo cardiovascular.

El ejercicio físico como medida terapéutica es prescrito y dosificado, con un plan de entrenamiento correcto se obtienen grandes beneficios.
Alfredo Rodríguez – Corresponsal en Guayaquil, parroquia Ximena.