Los equipos de telecomunicación han ido evolucionando y formando parte de nuestra vida cotidiana, pasamos del telégrafo al WhatsApp, y de la televisión en blanco y negro a celulares o tabletas de alta resolución.
Pero estos aparatos no solo aportan un valor práctico, sino también estético y simbólico, es posible elegir entre un sinfín de opciones: no solo el más eficiente, sino el más lindo, el de mejor diseño o el que otorga mayor estatus, por lo tanto, vale la pena reflexionar sobre la tecnología en nuestra vida cotidiana, cuestionando no solo la manera en que se la usa, sino también porqué y para qué.
Pasamos más de ocho horas diarias interactuando con algún aparato tecnológico conectado a internet, esto es toda una jornada laboral, siendo el momento de la comida y el final del día, las horas de mayor tráfico. Es imposible pensar que, con este tiempo de uso no pueda tener un impacto (tanto positivo como negativo) en nuestra mente, porque en verdad lo tiene y la tecnología ha marcado la forma de relacionarnos con otros y también con nosotros mismos.
La tecnología bien aplicada nos ayuda por ejemplo: a organizarnos mejor, a aprender cosas nuevas, a llevar un registro de nuestras metas y avances personales o acortar distancias con amistades y familiares. Sin embargo, la otra cara de la moneda nos dice, que al no ser conscientes de la información que se recibe podemos bombardearnos de información dañina, estresantes o buscar situaciones en las que estemos expuestos o en riesgo.
Según un estudio el 82% de los usuarios conectados a internet están activos en alguna red social, siendo esta superior al Mailyng (envío de información publicitaria por correo, a un gran número de personas, de manera directa y personalizada). Al estar acompañados, o solos, siempre estamos online, entonces ¿Dónde queda tiempo para la intimidad con uno mismo y nuestras relaciones?
Estudios han demostrado que cada like genera producción de dopamina en el cerebro y la activación de sistemas vinculados a la recompensa, por eso las redes sociales son tan adictivas. Una buena dosis de like o intercambios puede hacernos sentir muy bien y contribuir a nuestra autoestima. En las redes sociales se tiende a apreciar momentos de logro de las personas, los mayores likes, vienen ante éxitos y situaciones excepcionales y no ante instantes de dudas, ansiedad o fracasos.
Otro factor de ansiedad tiene que ver con el FOMO (fear of missing out) y se refiere al miedo de mantenerse desconectado y así perderse la oportunidad de compartir una foto que iba a generar muchos likes o no enterarnos en tiempo real, del chisme del momento e incluso sentir que perdemos la ocasión de conectarnos con otros.
Según la revista Forbes, 33% de los internautas que se encuentran activos en redes sociales, están en edad laboral, siendo Facebook (95%), Youtube (60%) y Twitter (56%), las más comunes.
Con el uso de tecnologías y de redes sociales dentro del ámbito laboral, hay muchas ventajas: ha hecho que los trabajos sean más flexibles y que el home office (trabajo en casa) o el remote office (convierte el teléfono móvil, en un mando inteligente capaz de interactuar con Microsoft y permite aplicar o controlar word, Excel, power point, desde cualquier rincón del hogar), para evitar factores estresantes como el tráfico vehicular, caminar o ir a calentar la silla, y así optimizar el tiempo de los empleados, eliminando barreras de horarios, distancias y contribuyendo a formar un sentimiento de productividad o asertividad en el manejo de los horarios.
Según la Asociación Canadiense de Salud Mental, los jóvenes de secundaria que pasan más de dos horas diarias en redes sociales reportan mayores síntomas de ansiedad, depresión e ideación de suicidio y la OMS, proyecta que, si el cyberbullying continúa creciendo de la manera que lo ha hecho hasta ahora, para el 2025 se producirán alrededor de 85 mil suicidios al año. A pesar de tener datos alarmantes no debemos satanizar las redes sociales ni la tecnología, pero hay que tener presente que su impacto en la vida es importante y por eso debemos hacer uso responsable, teniendo siempre en mente nuestra salud y seguridad.