La Peste: “Una realidad abstracta“…
Un cruel sometimiento a la voluntad de la muerte; es la percepción que late en cada línea de La Peste, de Albert Camus. Una epidemia inevitable y absurda, una desgracia que va alcanzando cada vez más todo aspecto de la vida de los hombres, desde su más profunda intimidad hasta la vida social, para situarlos en una agotadora lucha contra todo tipo de sentimiento. Se puede intuir, desde el primer capítulo, la intención de Camus en hacer destacar las huellas producidas en el alma de los habitantes de Orán. Por su absurdo advenimiento, es una situación desesperanzadora en la que ya no existen expectativas, ilusiones o proyectos futuros; solo la certeza de la muerte.
La impotencia del encierro

Es precisamente esa amenaza de la muerte, junto al tormento del exilio y el dolor de la separación, lo que lleva a Rambert, el periodista forastero, a rebelarse contra tal encierro que él considera injusto en su caso, por no pertenecer a la ciudad de Orán. En insistentes solicitudes al personaje central de la novela, el Dr. Rieux, para lograr salir de aquella ciudad infectada, Rambert ve frustradas sus peticiones por cumplimiento, sin excepción, de las ordenes gubernamentales.
Absorbido por la grave situación que le impone un modo de vida distinto al planeado por él, Rambert calificó de “abstracto” al Dr. Rieux, y luego del episodio, el narrador de La Peste reflexiona: “Rambert tenía razón en su impaciencia por la felicidad, pero ¿tenía razón en acusarlo? ‘Usted vive en la abstracción’ ¿Eran realmente la abstracción aquellos días pasados en el hospital donde la peste comía a dos carrillos llegando a mil quinientos el número medio de muertos por semana? Sí, en la desgracia había una parte de abstracción y de irrealidad.” Rambert, es incapaz de hablar o de sentir una situación que no lo ha tocado directamente; la peste era para él algo indeterminado, etéreo, abstracto. Quería -a como de lugar- salir de aquella ciudad, argumentaba que si no padecía de “esa maldita enfermedad”, debían permitirle salir de una ciudad a la que, además, no pertenece.
Lo emocional vs lo racional
Rambert, no comprende que Orán es ahora parte de su existencia; tal vez, el hombre no soporta enfrentarse a tanta realidad, le es imposible respirar o pensar en sentimientos como el amor, sumido en un mar de adversidades. Se representa en Rambert esa colisión que a menudo observamos entre el ámbito de los sentimientos personales y la abstracción de las reglas impuestas que no admiten excepciones. Representa la lógica del corazón y no de la razón. Lo emocional frente a lo racional. Lo cierto, es que la desgracia iba devorando las vidas de los ciudadanos de Orán; y con ello sus realidades, aquello que constituye sus vidas y de alguna manera su felicidad. Rambert concluirá más adelante: “Bien se sabe que el hombre es capaz de acciones grandes, pero si no es capaz de un gran sentimiento no me interesa”.
Pero el Dr. Rieux no estaba dedicado solo a una gran labor con enfermos de la peste, no pertenecía a ese lote de hombres incapaces de amar, sino más bien a los valientes, abnegados, a los que sufren un gran dolor en su corazón y aun así les queda gran parte de él para ayudar a los demás. Rambert, por el contrario, tenía un cúmulo desmesurado de emoción, de deseos incontrolados de reunirse con su mujer, de dar rienda suelta a la pasión que encarcelaba desde hace muchos días confinado. Percibía una especie de enajenamiento en aquella labor incansable de los equipos sanitarios que controlaban la epidemia; ante sus ojos eran como máquinas humanas, programados, carentes de toda sensibilidad. Es claro que para el periodista, la abstracción era todo eso que ignoraba al amor y, por ende, al individuo. ¿Pero se trataba realmente de abstracción?
El amor… ¿meta o camino?
El hombre, como ser humano, se encuentra en una incesante búsqueda para satisfacer sus necesidades, para alcanzar su realización, y por supuesto; el amor está entre los primeros lugares de ese largo transitar.
Situaciones demasiado crudas opacarían el brillo de un sentimiento como ese, mucho más, si ese camino está fundado enteramente en el amor por su esposa, como fue el caso de Rambert; que se limitaba a su entorno y a su propia realidad. Sin embargo, la peste obligó el cese de toda individualidad, pues el asunto le era pertinente a todos. Para el Dr. Rieux, el ámbito de su vocación (su deber como médico) y el ámbito emocional (el amor por sus seres queridos) no se oponen, sino que se entrelazan uno del otro; de modo, que esa abstracción adquiere sentido en la lucha contra la peste y en cada vida que logra salvar.
En definitiva, Rieux representa de manera perfecta la idea de que luchar contra la peste –sea cual sea– no es elegir una posición en desmedro del amor, sino elegir el amor hacia todo ser humano.
Por:
Belén Alejandra Zapata Gavide
Colaborador de Infograma.net