Dios nace en la soledad de cada alma, e instala un Salón de Conferencias para dictar clases de esperanza, mientras le rogamos y le pedimos que nos oiga, le decimos: Te alabamos Señor.
Dios, con su asombrosa habilidad, convirtió nuestra alma en un ínfimo e íntimo punto planetario para él dictar su resonante conferencia.
¡Palabra de Dios, te alabamos Señor!
