(Escuchado en una calle de Barcelona)
El dolor que llevamos arraigado en lo más profundo de nuestro ser por abandonar nuestra sagrada tierra, nuestros padres, hermanos y más familiares, es sólo comparable con el dolor que nos causa la muerte de un padre, una madre, un hijo, un abuelo de un ser muy querido.
Han pasado ya tantos años de haber emigrado a otra nación y hoy por hoy aún me duele, me entristece no despertar en mi añorado barrio, o no poder asistir a clases de mi adorada Escuela, o irme a comer un rico encebollado en algún mercado.
Te extraño patria amada, pero también siento rencor hacia los gobernantes que ha tenido el Ecuador, porque son responsables directos de las humillaciones y vejámenes a los que hemos estado expuestos, por no ser del color de piel del nativo, no tener sus costumbres, religión o idioma.

Políticos sin escrúpulos, que en lugar de robar los recursos económicos dieran a su pueblo; tierras y herramientas para sembrar, dotaran de escuelas, colegios y universidades de excelente calidad para entregar profesionales con capacidad, y sobre todo honestidad para que impulsen el desarrollo de nuestra nación.
Gobernantes que creen fuentes de trabajo, así nadie abandonaría el Ecuador para ganarse el pan en otros países pasando humillación y desprecio de los nacionales.
Mi grito de ira, de odio y rechazo a los políticos que nos han gobernado, también se convierte en un grito de esperanza y anhelo de volver a mi patria, de ver un Ecuador mejor, sin esa clase política bergante que nos ha expulsado, que sirva mi grito de protesta para el renacer de mi amada patria con nuevos líderes que enrumben a sus conciudadanos a un futuro mejor.
Fabricio Guerrero
Corresponsal en Europa