
No desdeñemos, ni roguemos ecuatorianos,
saltemos por fin de nuestra condición mendigante, y traslademos nuestro deseo a un estadío laborioso y bravío, y con inteligente regularidad observemos bien lo que nos están proponiendo.
Dichoso aquel pueblo que decoroso no discurre su tiempo,
abrillantando la corona de sus verdugos,
por ello, elevo mi pensamiento y mis votos
para que los ecuatorianos bordemos bien
los bordes de nuestra vida,
para no caer dentro de viejas letanías del poder.
TIRO: 283