
Correa celebró en Venezuela la monopolización o tiranización de toda actividad política y la ocupación de una tiranía “Madurista” sobre todos los poderes del Estado, eliminando toda forma de competencia en ese país.
Hoy, Maduro y sus titiriteros ocupan de facto todo el poder electoral para vivir una pseudo democracia “dis que popular” como en Cuba, alejándose del marco de la institucionalidad Occidental de la clásica controversia y tensión entre partidos y ciudadanos para alcanzar dialécticamente mejores formas de organización social.
Este acto pusilánime que fue aplaudido por Rafael Correa en Venezuela, fue una verdadera estafa de unos pelafustanes de indescriptible indecencia.
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