Estas dos frases han estado presentes desde el inicio de la humanidad, en todo aspecto, en toda situación, en toda circunstancia en la que ha tocado tomar decisiones y orientaciones, y aun más, cuando se trata se la supervivencia de la misma.
Este contra punto que está implícito en el diario convivir de las personas, en los creacionistas y en los evolutivos. Abel, pro obediencia y Caín, anti obediencia; religiosos y ateos. Católicos y Protestantes. Liberales y Conservadores. Los pro tecnología y los anti tecnología. Los pro guerras y los pacifistas. Los pro vida extraterrestre y los anti vida extraterrestre. Pro minería y Anti minería. Pro vacunas y Anti vacunas. Racistas e Integracionistas.
En pleno siglo XXI aun sucede esto a pesar del avance de la tecnología y la ciencia, aun nos basamos en dimes y diretes y confiamos poco en las investigaciones realizadas antes, durante y después de las crisis de salud, los pro vacunas y los anti vacunas tienen una batalla sin tregua en las redes sociales.
Lo grave de los actuales momentos, es que mientras nos cuidamos, nos vacunamos, nos protegemos, e incluso, invertimos en nuestra salud y de la familia, los anti vacunas son un verdadero kamisake en contra del resto de la sociedad, argumentando su libertad a decidir “si o no” a vacunarse.

Pero lo que nadie les explica a los kamisake, es que no tienen derecho a ir esparciendo el virus por todos lados, afectando a gente inocente que hace todo lo posible por precautelar su vida y la de su familia. No quieren entender que sus derechos terminan donde empiezan los derechos de los demás, y que el bienestar común está sobre el particular.
Las autoridades timoratas no han tenido la suficiente capacidad de generar el orden y acatamiento de sus disposiciones, el desorden de farra y desmadre han hecho que el sistema de salud este nuevamente por colapsar. Parece que se cumple el adagio popular, después del gusto viene el susto, después de la farra el guayabo es fatal.
Lauro Salas – Corresponsal en Imbabura.